Esta semana Ruby Rose fue tendencia en Colombia. No por un lanzamiento, no por una colaboración y tampoco por un record de ventas. Fue por una situación que escaló en redes y que puso a prueba la forma en que una marca responde cuando la conversación se sale de control.
Más allá de la polémica, este caso deja puntos muy interesantes para quienes trabajamos en marketing, porque demuestra en tiempo real cómo una marca puede atravesar un conflicto y, aun así, sostener su narrativa y su relación con la comunidad.
Qué fue lo que realmente pasó
El hecho no fue el producto en sí, sino lo que ocurrió después. Varias usuarias expresaron insatisfacción, se generaron críticas, videos comparativos y conversaciones en redes que empezaron a tomar fuerza. En cuestión de horas, el tema dejó de ser una simple queja para convertirse en una conversación colectiva con miles de opiniones.
En el ecosistema digital actual, esto es normal: la comunidad amplifica lo que siente y lo hace rápido. Lo importante no es evitarlo a toda costa, sino entender cómo se gestiona.
La reacción de la marca
Ruby Rose respondió.
Reconoció que la experiencia de varias personas no fue la esperada y anunció una compensación: entregar productos adicionales a quienes compraron. Además, aclaró detalles sobre la disponibilidad y condiciones del producto, y aceptó públicamente que había aspectos por revisar, pero su respuesta no fue lo que los usuarios esperaban
Lo que esto enseña sobre desempeño de marca
Este tipo de episodios se convierten en un laboratorio perfecto para analizar la salud de una marca y su capacidad de respuesta. Aquí están los aprendizajes relevantes:
1. La conversación no se controla, se gestiona
Las marcas dejaron de ser la única voz autorizada sobre sí mismas. Hoy la comunidad define el ritmo. Pretender “apagar” una conversación es inútil. Gestionarla con claridad, honestidad y rapidez es lo que marca la diferencia.
2. El valor de la transparencia
No se trata de dramatizar ni de asumir culpas que no corresponden. Se trata de comunicar sin rodeos. La gente no espera perfección, espera claridad. Cuando una marca habla sin evasivas, la confianza se sostiene aunque haya incomodidades.
3. La percepción es parte del producto
La experiencia no termina cuando alguien compra. Todo lo que pasa después también forma parte del producto: la respuesta al cliente, el manejo del error, la coherencia entre lo que se promete y lo que se entrega. Una marca que entiende esto se recupera más rápido de cualquier tropiezo.
4. La comunidad es un termómetro, no una amenaza
Las críticas no significan que la marca esté en caída. Significan que la audiencia tiene expectativas y quiere sentirse respetada. Escuchar, ajustar y mejorar no es un signo de debilidad; es el mayor indicador de madurez en una marca.
5. La reacción también construye reputación
Una situación incómoda puede convertirse en un punto a favor si la marca responde bien. La reputación no solo se construye en los momentos exitosos; se define sobre todo en la forma en que se manejan las dificultades.
Por qué esto importa para quienes hacemos marketing
Porque nos recuerda que ninguna estrategia está aislada del comportamiento del público. El marketing no es solo lo que la marca dice, sino lo que la comunidad siente.
Y cuando algo no sale como se esperaba, no es el fin del mundo. Es una oportunidad para demostrar coherencia, responsabilidad y la capacidad de ajustar el rumbo sin perder esencia.
El caso Ruby Rose deja claro algo simple y poderoso: las marcas no necesitan ser perfectas, necesitan ser responsables.
Y esa diferencia es la que sostiene una comunidad en el tiempo.
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