En Colombia hay marcas que van más allá del producto: hacen parte de nuestra memoria, nuestro sabor, nuestra historia. Frisby es una de esas. Y en la última semana, el país entero lo ha demostrado.
El conflicto legal entre Frisby y una empresa española que estaría usando su marca y elementos visuales sin autorización, ha encendido las redes sociales, pero lo verdaderamente poderoso ha sido lo que vino después: un movimiento espontáneo, lleno de creatividad y sentido de pertenencia, en el que marcas colombianas —incluso competidoras— se pusieron del lado de Frisby.
Esta es la actualización de lo que ha pasado en los últimos días con el caso.

¿Qué está pasando con Frisby?
Frisby S.A. BIC, con más de 45 años de historia en Colombia, advirtió públicamente sobre el uso no autorizado de su marca, imagen y personajes por parte de una empresa en España: Frisby España S.L. Esta compañía opera bajo un nombre idéntico, una estética similar y hasta presencia en redes sociales, generando una evidente confusión.
Aunque la marca está registrada en la Unión Europea, la normativa exige demostrar uso real y reciente. De no hacerlo, la empresa española podría quedarse legalmente con los derechos. Eso encendió las alarmas.
El país entero reaccionó: lo nuestro no se toca
Lo que siguió fue un fenómeno pocas veces visto. En lugar de silencio, hubo apoyo masivo. En lugar de competencia, hubo unión.
Desde marcas del mismo sector hasta otras totalmente distintas, los mensajes de respaldo llenaron las redes sociales:
- KFC Colombia publicó: “Lo auténtico no se copia, se respeta”.
- Buffalo Wings compartió una ilustración de su búfalo abrazando al icónico pollito de Frisby.
- Presto dijo: “Estamos prestos para defender lo nuestro”.
- Kokoriko resaltó que “las marcas se construyen con historia, trabajo y respeto”.
- Crepes & Waffles, Sándwich Qbano, Aguardiente Amarillo, Alpina, Popsy, entre muchas otras, se unieron.
- Incluso entidades como TransMilenio, Metro de Medellín y personalidades públicas también alzaron su voz.
No fue una estrategia coordinada. Fue instinto colectivo.
¿Por qué se dio este fenómeno?
Porque Frisby no es solo una marca. Es una historia que muchos colombianos compartimos. Y cuando lo nuestro está en juego, reaccionamos. Esta situación despertó una mezcla de orgullo, nostalgia y sentido de justicia.
Además, en el contexto digital actual, las marcas no solo venden productos: cuentan historias, generan comunidad y conectan emocionalmente. En ese contexto, defender a Frisby es defender lo auténtico, lo que sí tiene alma.
Y lo más bonito: el apoyo vino incluso de quienes comparten mercado. Porque cuando una marca local está siendo vulnerada desde fuera, la competencia pasa a un segundo plano.

¿Qué lecciones deja todo esto para el marketing y la construcción de marca?
- Las marcas son relaciones, no solo negocios.
Frisby no solo vende pollo. Vende recuerdos, emociones, confianza. - La comunidad digital responde cuando hay historia y conexión real.
Las redes no son solo para vender. También son para proteger y acompañar. - Incluso en entornos competitivos, los valores compartidos unen.
Esto no fue solo una defensa de Frisby, sino de lo local, de lo bien hecho. - La propiedad intelectual no se puede descuidar.
Registrar es importante, pero también lo es usar activamente la marca en los territorios donde se quiere proteger.
Este caso ha mostrado que el amor por lo propio aún tiene espacio en el marketing. Que lo digital también puede ser solidario. Y que las marcas que han sabido cultivar una relación con su audiencia pueden, en momentos difíciles, recibir algo más valioso que una compra: respaldo.
Hoy más que nunca, lo auténtico no se copia. Se protege. Se respeta. Se siente como nuestro.
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¡Nos leemos en el próximo #LegaThursday!
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